Buenas noches, hermanitos. Bienvenidos otra vez a mi pequeño templo digital. Soy Sofi y hoy les vengo a compartir otra experiencia más de fe. La realidad es que en tiempos de cuarentena, mantener el vínculo con nuestro Señor se vuelve difícil. Empezamos a mantenernos lejos unos de otros, el aislamiento te hace sentir solo, todavía si no lo estás. Sabemos que no lo estamos. Sin embargo, aparece alguien en la escena que no nos gustaría ver, haciendo aparecer con él todos los demonios que no nos dejan en paz. Empiezan a llenarnos de temor, de incertidumbre, de tristeza. Buscan que nos alejemos de papá Dios y de todo lo que conseguimos con su amor. De pronto somos llamados a pecar, a hacer las cosas mal, a alejarnos...
Si sos como yo, uno de esos hermanos que siente el corazón abrumado cuando no se halla en comunidad, dejame decirte que Jesús siempre está ahí. Tal vez también me costaba entenderlo cuando estaba empezando a acercarme, a conocerlo. Incluso soy débil, al igual que vos me surgen dudas e inseguridades. Pero en cada tropiezo, como vos seguramente, busco levantarme y alzar mis manos al Cielo en busca de esa sanación que necesito. Porque en cada dolor, lo único que me hace bien es el amor verdadero que sé encontrar ahí. Cada vez que nos apartamos de casa, Jesús está sufriendo. Él todo lo que quiere es nuestro bien. Se complace cuando somos felices.
Debo decir que extraño mucho a mis hermanos, todos. Inclusive los que en esa foto que les comparto no están. Quisiera abrazarlos, quisiera decirles cuánto los quiero. Cuánto significan para mí en este tiempo de pandemia que parece interminable, pero que acabará. Entonces volveremos a reunirnos, volveremos a brindar como dice la canción. Solo nos queda poner nuestra confianza en aquel que viene de lo alto y pedirle con el corazón que esta situación mejore un poco más a cada momento, porque estoy segura de que nos escucha. Siempre lo hace. Siempre lo hará. Pero no como todos los que dicen amarnos, aunque no sea cierto. Es real. Es para siempre. Su amor es eterno, y estoy agradecida cada día por lo mismo.
Sé que en este momento tengo el corazón lleno de preocupaciones, de temores, de inseguridades que espero Jesús en su infinito amor y misericordia puedan sanar, lo mismo que los tuyos. Nuestro espíritu de rebeldía tiende a la resistencia, cuestionamos. Aunque lo más sensato en esta situación es dejarnos amar en la medida que nosotros aprendemos a amar de verdad, ver con los ojos de niños aquellos de nuestro alrededor. Estirar los brazos con inocencia para abrazar, no importa qué tanto te hayan lastimado en el pasado. El perdón es importante... pero eso es tema de otro posteo...
Romperemos ese metro de distancia entre Tú y Yo... ya no habrá una pantalla entre los dos.
Sofi.
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